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CÓNDOR, EL GRAN ALQUIMISTA ENERGÉTICO ANDINO.







En el templo de Pisaq, Cusco, se ve clarito a la distancia naturalmente tallada entre andenes y roca, la figura del cóndor. Dando la espalda, majestuoso esconde entre sus alas un misterio que mucho explica sobre la forma de pensamiento en los Andes.


El Cóndor es el gran mensajero de los Apus, se deja entrever como señal de un karpay, un camino sagrado que se abre, una ofrenda bien recibida por las montañas. Para quienes nos entregamos al camino andino, es símbolo también de una profunda enseñanza.


Como ave carroñera, se alimenta de la carne en descomposición, símbolo a nivel energético de la hucha, energía que pesa, que muere, que culpa. Para luego hacer la digestión y elevarse, llevando esa energía a las alturas y al contacto con el sami del viento y del sol, de los nevados y las estrellas.


Es el gran alquimista de los andes, y como tal un gran ejemplo para los practicantes de estas artes sagradas. Las montañas no solo te ponen en contacto con lo bonito del mundo, también enseñan a encontrarse y saber digerir las energías pesadas.


Como Templo entre la sierra y el camino a la selva, Pisaq siempre fue un sitio de encuentro y trascendencia. Si lo caminas, en algún momento te darás cuenta que en sus laderas se dibujan las tumbas de cientos de ancestros. Si abres tu corazón, quizás respires su memoria.


Y a medida que te alejes lo podrás ver: las tumbas descansan sobre lomas con la forma de las alas del Cóndor, el mismo que ayudó a estas almas a limpiar sus culpas, soltar sus cargas y volar más fácilmente a los otros reinos del cosmos.


Si alguna vez eres tocado por la energía del Cóndor, deja que se lleve aquello que te pesa...

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